El recorrido en carro fue más o menos de 40 minutos subiendo por el Camino al Desierto de los Leones, es impresionante como vas subiendo y en vez de ver la ciudad terminar, la ves crecer más y más. Casi al llegar a la entrada las casas se terminan y el paisaje urbano es reemplazado por cientos de árboles, y la temperatura baja unos cuantos grados de golpe.
Desgraciadamente el día que fui estaba nublado, y al estar allá comenzó a llover, por lo que tuvimos que acortar nuestra visita. Pero aun así entramos al monasterio y nos percatamos que lo estan restaurando, por lo que hay muchas áreas que están cerradas y sólo pudimos ver desde fuera.
Al terminar nuestro breve recorrido dentro del monasterio, fuimos a comer a uno de los restaurantes que están en la parte de afuera. Pedimos la comida al momento en el que la lluvia comenzó a caer más fuerte, así que resguardados bajo el techo del restaurante comimos sopa de tortilla, cecina y enchiladas. Como todo restaurante de este tipo, la comida es realmente abundante así que no comí nada más en todo el día.
Para volver a casa, tomé el camino por la carretera a Toluca y después de casi una hora, estaba de vuelta en el tráfico, el ruido y el ajetreo cotidiano de la hermosa Ciudad de México. Definitivamente es un paseo muy relajante que espero hacer más seguido.
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