lunes, 1 de noviembre de 2010

El día de muertos de un año con demasiadas muertes

En este día de muertos no puedo evitar recordar a mis seres queridos que ya no están aquí; es fácil para mi encontrar el lado positivo de la vida de aquellas personas que me dieron un ejemplo y razones para admirarlas. Sin embargo, este texto no es para hablar de mis muertos; sino de todos los muertos que hemos tenido en nuestro país, en un año caracterizado por la violencia y la impunidad.
     No tiene caso hablar de la cifra "oficial" de muertos, es suficiente ver la primera plana de los periódicos cualquier día: "15 muertos en una fiesta", "9 muertos en emboscada en Jalisco", etc. Aun recuerdo cuando las personas de provincia se espantaban de venir al D.F. creyendo que la delincuencia estaba muy fuerte aquí. Ahora la Ciudad de México parece ser el lugar más seguro de la República.
     Aquella persona que recibe la bala es la víctima, y por lo tanto el que apretó el gatillo es el victimario, ¿o no? En el sentido individual lo es, y es justo que capturen sicarios. Pero mientras el problema no se solucione de raíz, van a seguir matando y capturando a la infantería del Narco, y nos seguirán dando atole con el dedo. Todo el mundo sabe que para resolver estos problemas hay que atacar las cabezas, pero al parecer en México la idea es proteger a las cabezas del Narco y seguir matando a los mandos menores, tal vez es una parte de la estrategia para disminuir la sobrepoblación.
     Hace poco platiqué con un taxista, y me comentaba que a principios del año le ofrecieron seis mil pesos a la semana por pasar los lunes y los jueves por un paquete a una dirección y llevarlo a otra; me dijo que no aceptó porque después como iba a educar a sus hijos para diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto. Así que rechazó un sueldo de 24 mil pesos al mes por su ética, ¿no sería mejor el país si hubiera más personas como este taxista? (obviamente sólo enla ética, no en el volante; manejaba muy rápido y yo iba pensando chocaríamos antes de llegar a nuestro destino).
     Creo firmemente que la deshonestidad y la corrupción han permeado hasta los rincones de nuestra sociedad, por eso es que dejamos que todo esto suceda. Un día despierten y cuenten durante el día cuántas personas rompen las normas, desde pasarse un alto, invadir las líneas peatonales, dar una mordida, caminar por donde dice "no pase", etc. Y cuenten cuántas de esas veces son ustedes los infractores. Porque al final, un pueblo honesto no tolera un gobierno corrupto; y nosotros lo hemos tolerado muchos, muchos años.

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