Caminata hacia el parque

Lucía se abrochaba los tenis, lista para salir a correr. Ya eran varios meses sin ejercicio y estaba engordando, no mucho, pero lo suficiente para sentirse incómoda y asegurar que esa era la razón por la cual Gerardo no la volteaba a ver. Siempre había tenido un matrimonio feliz, así que esa debía ser la razón.
     Salió se su departamento, bajó las escaleras hasta la calle y se dio cuenta que no había sol, "mejor, así no me agoto" pensó ella, sin embargo conforme caminaba al parque, unas cuantas gotas de lluvia comenzaron a caer así que se refugió junto a la pared para no mojarse. El parque estaba a sólo media cuadra, solamente tenía que decidirse a continuar y llegaría. Sin embargo, no lo hizo. En su mente, imágenes de su esposo con otra mujer se dibujaban; no había rostros, pero fue entonces cuando supo con certeza la razón por la cual su matrimonio se destruía.
     Dio la vuelta, caminó a casa, las lágrimas corrían por sus mejillas pero se confundían con las gotas de lluvia. Al llegar a su edificio, vio el auto de Gerardo estacionado. Era el momento, debía enfrentarlo y decirle en su cara que ya lo sabía. Subió las escaleras y abrió la puerta de golpe dispuesta a gritar.
     Gerardo volvió la cabeza y sonrió, en sus manos llevaba un tulipán. Extendió sus brazos y dijo "hoy se cumplen tres años de nuestra primera cita, pensé que te gustaría festejar", Lucía comenzó a llorar más fuerte, estaba confundida; pero en ese momento, al abrazarlo, supo que no había otra mujer y que tampoco estaba gorda, simplemente estaba triste y necesitaba encontrar la motivación ella misma.
     Se limpió las lágrimas, abrazó a Gerardo y colocó la flor en agua. Salió corriendo hacia el parque y, aunque la lluvia cada vez era más fuerte, no dejaba de sonreir y pensar que era la primera vez en mucho tiempo que sentía que la vida tenía sentido, ahora corría por ella, no por verse bien para los demás.