sábado, 16 de enero de 2010

Haití


Fue en Twitter donde leí la primera noticia del terremoto en Haití, no tenía más de dos horas que había sucedido. Inmediatamente busqué noticias en Google y, para ese momento, ya había bastantes. Comencé a leer, a ver imágenes y algunos videos. No pude dejar de pensar en todas aquellas personas que en un lapso de minutos habían perdido todo lo que tenían en la vida y, en varias ocasiones, hasta sus seres queridos.
     Este suceso me trajo memorias del terremoto de 1985. Yo apenas tenía siete años y mis recuerdos se basan en imágenes, emociones y algunos comentarios que llegué a escuchar aquel día. Me puse a pensar lo que debieron sentir nuestros padres o las personas que entonces tenían mi edad. Para mí, de niño, aunque sucedió en mi ciudad, lo viví como un hecho lejano. No le pasó nada a nadie que yo conocía, por lo que mi mundo no fue tocado.
     En este momento, a mis 31 años, una tragedia de este tipo me produce una sensación que cada día es más frecuente en mi mente, algo está mal en este mundo. Un sismo de menor escala que el que vivimos en la Ciudad de México, ha provocado un desastre mayor. La ayuda internacional está llegando a Puerto Príncipe, pero está atascada en el aeropuerto porque no hay vías de comunicación, y mientras eso sucede, las muertes aumentan. No es casualidad que los peores desastres le sucedan a las naciones más pobres, ¿hace cuánto que no le daban mantenimiento a sus construcciones?, ¿cuándo fue la última vez que se construyó una carretera?
     Espero que dentro de pocos días la ayuda internacional logre llegar a donde debe estar. Por mi parte, colocaré mi grano de arena y continuaré teniendo fe en que mañana será un mejor día para la nación más pobre de América.

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