Hace unas horas decidí caminar un poco por la ciudad, todo estaba tranquilo como todas las noches que lo hago, pero al cruzar una calle donde estaba el semáforo de peatones en verde, un carro decidió dar vuelta y aceleró bastante rápido, tanto que me obligó a brincar hacia la banqueta porque sentí que me iba a atropellar. Obviamente, en mi enojo, grité algunas maldiciones y le mandé saludos a su mamá, y por suerte no traía nada en las manos porque sino creo que lo habría aventado contra el vidrio del auto.
Ante esta situación pensé lo poco considerado que era el tipo del carro, ¿qué habría pasado si no me fijo y no brinco? ¿me habría atropellado? ¿habría huido al ver lo que hizo? Todas estas dudas me surgieron en un lapso de segundos y me puse a pensar en el tipo de sociedad en la que estamos viviendo, específicamente en la Ciudad de México.
Por ejemplo, ayer un primo perdió su cartera, está seguro que se le cayó en el baño y la señora de la limpieza la tomó. Hace unas semanas, mi madre extravió su teléfono en un taxi y nunca se lo devolvieron. Hace unos días, manejando, me topé con un tipo que se enojó con otro conductor porque iba muy lento, tan enojado estaba que al aventarle el carro, casi provoca un accidente. Estos son sólo algunos ejemplos que he visto en menos de un mes y no hay que ser un analista social para darse cuenta que nuestra sociedad está enojada y cada individuo explota de maneras distintas. Por alguna razón, explotar en el carro y manejar como idiota es algo que la mayoría de las personas hacen.
Todo esto me lleva al punto principal de esta entrada del blog, ¿cómo afecta la crisis a los valores? Estoy seguro que si el taxista que conducía cuando mi madre perdió el teléfono, tuviera una buena calidad de vida, no le faltara dinero, le gustara su trabajo, etc. habría devuelto el aparato. De igual forma la señora de la limpieza, que ahora tiene una cartera ajena. No puedo culpar a estas personas del delito que cometen al hacer eso, porque ellos bien pueden decir "me lo encontré" y engañarse para no sentir que están haciendo algún mal. ¿Cómo puedo llamar delincuente a una persona que no devuelve una cartera cuando su salario diario es de $54.80?
Esto me recuerda que hace unos días, me encontraba tomando un café en Starbuck's cuando un señor, de no más de 35 años, se acercó y nos ofreció pan casero. Mi reacción inmediata fue decir "No, muchas gracias", ya que no me gusta comer cosas que no se dónde ni cómo fueron preparadas. Desgraciadamente mi mente no es tan rápida como quisiera, de serlo, habría comprado un pan y lo habría guardado para dárselo a un niño de la calle. Estoy seguro que el señor que vendía pan no lo hace sólo porque no tiene nada mejor que hacer en las tardes, lo hace porque es su manera de ganarse la vida ante la situación del empleo actual en el país, y haberle comprado uno o dos panes no me habría costado más de 20 pesos. De haberlo hecho, un señor tendría $20 más, dos niños de la calle estarían comiendo pan y yo me sentiría contento de haber ayudado a tres personas.
Sé que reactivar la economía no es fácil y tampoco es tarea de una sola persona, pero creo firmemente que puedo hacer algo por una persona un día. Vender un pan y llevar un poco más de dinero a casa, puede hacer la diferencia entre la tranquilidad y la desesperación. Es triste, pero la mayor cantidad de "delincuentes", como nos gusta llamarles, son personas que necesitan comer y en ocasiones, $54.80, no son suficientes.
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